viernes, 1 de octubre de 2010

Tercer Capítulo (Primera Parte)

** Ajeno a estas peripecias el chico de la muralla sigue escribiendo…
“Caminando, deseando no encontrarme con alguien conocido, temeroso de que de tanto abusar de mi falsa sonrisa termine por quedarse en mi boca y nunca más sepa sonreír de verdad.
Al mismo tiempo solo, inseguro ante los posibles peligros que a menudo me ignoran, y ante los que quiero seguir siendo invisible. Pero invisible también ante la gente a la que me gustaría decirle o que me dijesen “¿Podemos sentarnos en ese banco del parque y hablar durante horas?”.
Apresuro mi paso inconscientemente, huyendo de miradas, no sé si son de pena, de indiferencia… Pero odio esas miradas que sin palabras me dicen que sobro, que voy mal peinado, o que soy feo… No se han parado a pensar que a lo mejor es culpa de ellos que me están pudriendo por dentro…”

(…)

Acompañado de aquella brisa fresca que amenaza lluvia en Santiago, Fran se baja en la zona comercial, avisando al taxista de que le espere. Comprar ropa de chica no entraba en sus planes, pero quizá por Lu lo haría todas las mañanas que se lo pidiese, y al fin él había sido el simpático culpable. Siente una leve punzada en el estómago cuando piensa en la despedida, intenta convencerse a sí mismo de que puede que lo que está empezando a sentir en cuarenta y ocho horas se esfume en otras cuarenta en Barcelona, convirtiéndose en un divertido recuerdo. En este momento hay otras prioridades, esa palabra no le gusta porque antepone el trabajo a ella, prefiere llamarles obligaciones, las cuales lo alejan.
Unos shorts vaqueros y una camiseta básica roja, esa es la elección que un sonrojado Fran lleva en la mano, cuando se percata de que seguramente tendrá que pasar también por la zona de ropa interior femenina, allí añade a la compra un culot negro semejante al que fingió no mirar la primera tarde cuando fue a cuidarla a su piso, y un sujetador del mismo color con la marca de unos labios rojos impresos en la copa derecha.

Más tarde. Un desayuno rápido sin querer. Un taxi que parte con ellos dentro, secuestrando sus deseos de tramar a última hora un nuevo aplazamiento de aquel viaje. Y finalmente uno frente al otro, en aquel aeropuerto lleno de bullicio, alguna madre que despide a su hijo llorando como si se fuese a la guerra, una chica que llora también pero de puros celos al tiempo que le advierte a su novio que se porte bien… Historias que en ese momento no interesan a Lucy ni a Fran.
(En la mente de él) Pídeme que me quede, ponme en un aprieto, hazme dudar, dime que todo esto ha cambiado tu vida tanto como la mía, convénceme de nuevo para que pierda el estúpido avión…
No, no… Ella pensará que ha sido un pasatiempo fabuloso pero… Mañana será otro día.

(En la mente de ella) Quiero cogerte de la mano y volver a meterte en el taxi con otro destino de 24 horas, quiero que sigamos inventando días diferentes, que sigas curando mi virus, no me importa que me cuentes todas esas cosas que no necesito saber pero que me gusta escuchar…
No, no… Él ha disfrutado de la aventura, y yo también, pero… Quizá mañana sea diferente.

- Ha llegado el momento… esta vez no tienes ningún secuestro a mano ¿no? – es Fran el encargado de romper el silencio, medio en broma medio en serio.
- Lo cierto es que no… Además se me dan fatal las despedidas, ya sabes que sin un papel y un boli a mano no soy nadie – le sonríe – de todos modos quizá algún día vuelvas en otra misión de esas de convencerme de que eres un buen chico ¿no?
- Vaya, ¿todavía no lo he logrado? Serás la primera en saberlo cuando vuelva. ¡Y cumpliré mi misión!
Suena de fondo el último aviso para los pasajeros del vuelo de Fran, y un chico pasa corriendo entre ellos para no perder su avión, ambos se quedan mirando su espalda intentando decirle que es un cretino, y la frase que se lee en esa parte de su camiseta es “el último que cierre”, parece una burla del destino.

- See you then? – se acerca a él, deja caer su bolso sobre las maletas, lo besa suavemente en los labios, luego con más pasión, hasta querer hacer eterno ese beso.
- Of course, never goodbye – le contesta él al separarse, y la abraza frotándole con cariño la espalda, en realidad consolándose a sí mismo.

Y con esa absurda despedida en un inglés medio inventado se aleja de ella, entrega su billete a la atractiva azafata rubia sin darse cuenta de que ella le guiña un ojo, y ambos piensan que aquello ha estampado su fecha de caducidad. La mente de Lu va más allá y un imperceptible amago de sonrisa se le dibuja mientras piensa que su banda sonora en ese momento sería la del anuncio del chocolate Nestlé “que siempre se acaba”.

(…)

De regreso a Santiago, un taxi que se le antoja sin aire suficiente la obliga a girar la manivela para abrir la ventana, el aire fresco le golpea la cara como deseando espabilarla, aunque quizá la culpable sea aquella pequeña opresión en el pecho, aquella que dice “cuanto lo vas a echar de menos”.
Se baja cerca de la Catedral, todo en aquella ciudad parece ahora más oscuro, y no sólo porque se acerque un día lluvioso, ya ni siquiera tiene ganas de hacer fotos. Entra en una tienda para comprar una libreta, por el precio podría tener quinientas hojas, pero el motivo es que en cada una de ellas aparece un símbolo del Camino de Santiago. En esos momentos le da igual estar pagando de más como una turista ignorante. Necesita evadirse, sacar aquellas palabras que le llegan cerca de la garganta y ahí se quedan pegadas. Busca un banco apartado en la catedral, cruza las piernas y allí coloca la libreta.

“Con la sensación de haber jugado a ser una chica mala y haberme quemado…
Un nudo en el estómago, una puerta que se cierra, una nostalgia que desearía negar…
Enséñame a olvidar, le digo a un Dios con el que sólo me comunico cuando algo cruje
dolorosamente en mi interior…
Veinticinco años ignorando tu existencia y después de dos días añorándola tanto…
Quiero creer que entre mis supuestas energías ahorradas encontraré las suficientes para
regalarme otra vida, una vida sin más…”

1 comentario:

  1. Este capítulo tb lo lei en tu tablon, lo ke no tengo muy claro, esk la segunda parte tb la haya leido. Aun asi.. la leo otra vez, pork merece la pena y no m canso de hacerlo!! voy a por el siguiente capitulo 3 a ver si lo he leido y... luego a por el capitulo 4, k ya no estoy tan segura de haberlo leido, ya que tenias tantas entradas en el tuenti... k ni m acuerdo xD jejeje. Un besito wapa. Te quiero

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