Entre sueños y pesadillas, ratos de insomnio, lloros en el baño y abrazos de consuelo, llega la mañana siguiente.
- Tenemos que vernos y hablar Lucy- dice aquella voz masculina y ansiosa al otro lado del teléfono.
- Pásate por casa entonces, a ver si entre los dos animamos a Paula un poco, dentro de lo que se puede – indecisa se estira sobre las piernas la camiseta talla XL que le sirve de camisón y se le ha enredado mientras dormía, al tiempo que la lee por enésima vez desde que la compró “Planes buenos con tíos buenos”, y se pregunta si el del otro lado del cable podría ser uno de esos tíos buenos.
- Preferiría quedar contigo a solas, lo de Raúl me ha hecho replantearme todo, tenemos que dejar de perder el tiempo, la vida se nos puede ir con un simple susto…
- Dani te veo muy tocado, tenemos que ser fuertes por Paula – aunque ella empieza a estar demasiado cansada para seguir repitiendo esa frase entiende que así tiene que ser.
- ¿Y quien es fuerte por mí? ¿Quién me consoló a mí cuando hoy por la mañana marqué el número de Raúl al despertarme para avisarlo de que tenía un mensaje de que se cambiaba el partido de esta tarde eh? – se le quiebra la voz entra la ira y el dolor de sus palabras.
- Lo siento, supongo que estoy tan centrada en Paula que te he descuidado pero es que no puedo dejarla sola, ha perdido todo, con Raúl se fue su brújula, su objetivo, su aire…
- Por supuesto que lo entiendo pero eso no significa que de repente os cerréis las dos al mundo y menos a mí. Dame la oportunidad de verte a solas esta tarde, un domingo tranquilito, dos cañas, un par de tapas y después te dejo libre ¿sí?
- Bueno… - Lucy se mira ahora sus pies desnudos y piensa en la frase del inicio “tenemos que vernos y hablar”, lo que suele significar un principio o un final, aunque si se lo piensa bien también a veces han sido cotilleos lo que ha traído esa frase, aunque esta vez intuye que no será eso último – Vale, pasa a recogerme a las siete, te tengo que dejar. Un beso.
Los pasos de Paula son cortos y torpes, como si se hubiese pasado la noche bebiendo el vodka que tanto le gusta sin descanso, pero simplemente ha sido el resultado de aquella decisión de pasar por casa después del entierro, sin que ella lo sepa se cumplieron las palabras que Lucy le dedicó horas antes sobre una servilleta de la cocina mientras ella se duchaba para ir al funeral.
“Un eco de su risa y su voz permanecerán por meses en tu mente,
cada rincón llevará su huella durante mucho tiempo, quizá demasiado,
te parecerá verlo a cada rato en miles de lugares por donde paseabais juntos,
lo odiarás por haberse ido sin tu consentimiento, por no haberte llevado con él,
lo llorarás hasta que no te queden lágrimas...
Mientras, todos nos seguiremos preguntando hasta cuando vivirás en el ayer.
Y te echaremos de menos, casi tanto como si te hubieras muerto con él.”
(…)
Fran se dirige a la casa de sus padres en Barcelona, piensa en lo diferente que es la humedad y la niebla mañanera de Galicia de aquel ambiente a veces demasiado cálido que vive en Barcelona. Pasa junto a un anuncio de un partido del Barsa y se pregunta si Lucy será culé, más tarde ve un cartel que recomienda que la gente no deje de leer “La Catedral del Mar” y en silencio se pregunta también si ella se lo habrá leído ya. Tras esos pensamientos vienen los otros, los que hablan de llamadas nunca contestadas ni devueltas en esos días, después de haber buscado desesperadamente hasta encontrarlo su número de teléfono entre cientos de fichas de los empleados gallegos, la certeza de que los deseos de que no lo haya olvidado no pueden ser telepáticos, y la sensación demasiado patente de no poder olvidar esas cuarenta y ocho horas en otras cuarenta y ocho como se prometía a sí mismo.
(…)
Las horas huyen mientras Paula sigue haciendo viajes mentales al pasado y Lucy le explica su incorporación inminente al trabajo al día siguiente y la necesidad de que ella la imite para que su peluquería no se vaya a pique.
- No estoy preparada – alega una cabizbaja Paula ante la mal disfrazada insistencia de Lucy.
- Nadie te pide que tras dos días estés recuperada sólo que te pases por allí, que nombres a una encargada que lo dirija todo a cambio de un aumento de sueldo… Que cuides lo que tienes… - Lu intenta ser dulce y clara a un tiempo, algo no poco difícil de lograr.
- No lo entiendes, es que no me importa realmente lo que ocurra con ese negocio, mi mejor inversión ya no existe, ¿por qué no podéis dejar que me consuma sin más?
- Creo que tengo la respuesta, quizá porque te quiero demasiado como para que después de que me hayan arrancado un trocito de corazón con lo de Raúl me arranques otro tú.
- Cuando decida algo que hacer con mi vida te prometo que serás la primera en saberlo, de momento estoy de reciclaje Lu – dicho eso se estira sobre el sofá comunicando el fin de la conversación.
(…)
- Creí que me ibas a dejar plantado – su voz no es la misma de siempre, suena más segura y varonil.
Los ojos de Dani recorren el cuerpo de Lucy. Su melena suelta bastante más larga que la última vez que se vieron, la camiseta básica a rayas de colores con unos botones sueltos mostrando aquel tímido escote con desenfado, y aquellos pantalones blancos con bolsillos a los lados que tanto le gustan y se los pone sobre todo para ir a trabajar desde que le dijeron que bien combinados le dan aspecto de ejecutiva sexy. Todavía recuerda a aquel chico que al verla salir de la oficina le dijo aquello de “me encantaría ser una de tus reuniones”.
- ¿Cogemos una mesa? – con esa pregunta lo saca de su ensimismamiento visual y se dirigen a una de aquellas magníficas mesas con sofá - Es que no me gusta dejar a Pau sola en casa, me llevó un rato dejarle la cena preparada y por eso la tardanza.
- Lu deberías dejar de hacerle de madre, amiga y chacha o se quedará para siempre de ocupa en tu casa y se irá convirtiendo en un fantasma que vaga de habitación en habitación – ella no capta si empieza en serio y termina en tono más simpático porque se lo suelta todo mientras bucea en su bolso en busca del móvil, pensando en que deberían traer pequeñas luces incorporadas. Lo que sí es seguro es que no la ha invitado sólo para hablar del estado de Paula.
- Es cierto que estoy siendo excesivamente protectora con ella pero si cree que tiene las claves para su recuperación démelas Doctor García – resalta las dos últimas palabras con ironía.
- No te enfades, te he invitado para hablar de nosotros y no de Paula.
- Sí claro, dejas caer el reproche y luego cambias de tema – intenta un amago de sonrisa para indicarle que cree que podrá sobrevolar su indignación pero sólo consigue una sonrisa torcida.
Es entonces cuando él se levanta y rodea la mesa hasta sentarse a su lado. Ella supone que es porque le apetece acomodarse en el trocito libre de sofá y no en un duro taburete como el que tenía hasta ese momento, aunque quizá pronto descubra que Dani quiere de ella mucho más que comodidad.
- Ya sabes que no me gusta soltar discursos aunque según tú si me lo propongo puedo ser un perfecto orador. Yo soy más de muestras… - dicho esto se queda quieto admirándola por un instante mientras ella con cierto disimulo echa un ojo al móvil que minutos atrás dejó sobre la mesa.
Las manos de Dani giran suavemente su rostro, aquel tacto inesperado no le da tiempo para reaccionar. Pronto los labios de él rozan los suyos, él cierra los ojos y le regala aquel beso ligero como una caricia a modo de aviso. Luego recorre con ansia primero su labio superior entre los suyos, más tarde el inferior, y finalmente introduce su lengua con cierta práctica. Segundos más tarde aquel beso finaliza con diferentes sensaciones por parte de cada uno.
“Fran”, ese es el susurro que se escapa de la boca de Lucy sin que Dani lo perciba. Besos, paseos, sonrisas, fotos, lugares, besos robados, caricias, noches de cuerpo a cuerpo, sensaciones. Recuerdos que se agolpan en su mente, recuerdos en los que no ha podido pensar al centrarse en aquel trágico suceso de Raúl. Y aquel beso aunque con una pretensión diferente y lejana se lo ha recordado.
- Sólo quiero pedirte la oportunidad que quedó en el olvido cuando lo de tu viaje fallido a Irlanda – Dani interrumpe sus pensamientos.
- ¿Me estás pidiendo sexo? – ella abre en exceso los ojos al tiempo que baja el volumen de su voz, consciente de que la pareja de la mesa de su derecha los observan como espectadores de una escena de película.
- ¿Eso es lo único que significó para ti aquella despedida? – la expresión de su rostro hace patente la decepción.
- No sé que esperas escuchar… Lo cierto es que no he olvidado todos los detalles especiales desde que me vendaste los ojos hasta mi silenciosa huida.
- Entonces ha llegado un momento importante basado en ese recuerdo – recupera la sonrisa ignorando que ahora es la cara de ella la que muestra inquietud.
Dani introduce la mano en el bolsillo, saca un pintalabios de color rojo y se lo ofrece a Lucy acompañado de una hoja doblada, otro contrato.
- Dani… yo… - “arranca, di algo, de prisa” se dice a sí misma – Si huí aquella mañana fue precisamente por miedo a esta pregunta.
- Y si yo no volví a sacar el tema fue por miedo a la respuesta. Pero el momento ha llegado.
Respuesta difícil o fácil de más. Dudas porque ahora las relaciones comienzan con un lío de una noche, con simple atracción sexual, y esa la siente pero le resulta insuficiente. Consciente de que él la está mirando y de que los de la mesa de al lado continúan expectantes aún fingiendo remover su aburrido café recoge el pintalabios que permanece ajeno a su posible función sobre el menú de cafés especiales y escribe sobre el contrato “LO SIENTO PERO NO”.
- ¿Por qué? – se debate entre mostrarse herido o indignado por aquella forma de respuesta final.
- ¿De verdad quieres esa respuesta?
- ¡Por supuesto! – contesta veloz.
La verdad, me da mucha pena Dani..... pero no se pork, prefiero que esté con Fran. Me voy al siguiente pork creo que esto ya no lo he leido.. Me suena algunas cosas, pero no todas!! un beso kate!!! lo haces increiblemente genial!! teQQQ
ResponderEliminarUff cada vez la historia me engancha más!! Un beso!
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