martes, 9 de noviembre de 2010

Octavo Capítulo (Primera Parte)

Es cuatro de Octubre, comienzan las fiestas de San Froilán en Lugo. Casetas de pulpo para grandes y pequeños, atracciones (barracas) en las que siempre ves algún adulto fingiendo que se lo pasa pipa sólo porque va con sus hijos o sobrinos, pero se lo pasaría bien como otros miles simplemente por subir en aquellos trenes de brujas, saltamontes, el gato que grita “miau que te como”, la uve, la noria, o los troncos en los que llegas al final empapado, aunque no necesitas ducharte de esta manera porque es mítica la lluvia que cae en San Froilán por la que los primeros días se venden casi tantos paraguas como raciones de pulpo.
Paula intenta no quedarse sin maleta ni dejar a alguien sin pies conduciéndola en medio de toda aquella multitud con ganas de fiesta que baja veloz de los autobuses rumbo a quien sabe a donde. Tras haber perdido de forma premeditada el avión en el que volvía Dani y haber reservado uno para el día siguiente llega con ganas de que alguien grite su nombre, le quite las maletas de la mano y la lleve en brazos hasta su almohada, pero ese alguien ya no existe. De algún modo se ha despedido de él en Florencia con un monólogo ante el espejo: “hace dos semanas que me faltas, quise dejarme morir, creí que convertirme en un fantasma era la mejor forma de pasar los días sin ti, quince días Raúl, abandoné todo y a todos para darme cuenta de que es imposible huir de ti porque todavía estás aquí – dijo golpeándose la parte de arriba del pecho izquierdo – y de mi corazón no puedo huir vaya a donde vaya.”
Su escapada a Florencia había sido motivo de tantas alegrías como dudas, los momentos con Dani habían sido tan curativos como para dejar de pensar en Raúl, y lo que más le preocupaba eran las sensaciones de aquel beso. Inmediatamente después de que se besasen se sintió tan culpable que decidió que el hecho de que Dani se fuese era lo mejor, pero más tarde se dio cuenta de que ella había colaborado con un ansia increíble, se había quedado con ganas de más, había experimentado una inquietud que no había sentido antes, un cosquilleo que no reconocía pero del que había escuchado hablar. ¿Habría vivido una mentira toda la vida con Raúl? Se iba a volver loca si seguía con esa lucha interna, así que se prometió a sí misma no volver a dudar de lo suyo con Raúl y no perder la cabeza por lo que no era más que la necesidad de saciar su deseo, porque seguramente no fuese más que eso.

El móvil vibra como siempre en el bolsillo contrario a la mano que tiene libre, gracias a la práctica se hace un nudo con ella misma pero logra cogerlo.

- ¿Sí?
- Paulita, soy Lucy, sí ya sé que no te volví a llamar desde aquel día, pero es que he tenido más turistas que pulpos hay en el “Sanfroi” estos días.
- No pasa nada, y pulpos no sé, pero acabo de llegar a Lugo y parece más bien que ha estallado la tercera guerra mundial, no sé si me perderé entre la gente y acabaré a las doce de la noche en una calle desconocida y sin maleta. ¿Te acuerdas de aquel amigo de Carla que se cogió tal borrachera que nos llamó a las cinco de la mañana y para explicarnos donde estaba nos decía que había un árbol y un banco? Como si Lugo no tuviese bancos y árboles a patadas – se ríe como no lo hacía desde el beso de Dani, recuperar a Lucy es lo mejor que le puede pasar, es lo único seguro que tiene ya además de su familia.
- ¿Estás en Lugo? Eso sí es un notición, porque en unos veinte minutos empiezan mis días libres con esto de las fiestas, ya sabes que yo cuanto más trabajo veo antes me escaqueo, - bromea ignorando que Paula no tiene ni idea de la repercusión mediática que han tenido las numerosas bajas de los cuerpos de seguridad ese año para el San Froilán - y me estaba debatiendo entre coger un avión e ir a veros, o buscar algún fiestero por aquí.
- ¡Mierda está lloviendo! – la interrumpe Paula.
- Deduzco que no me estás haciendo mucho caso así que me parece que voy a cerrar y pasar a buscarte paraguas en mano, es tu día de suerte porque algún turista se ha dejado uno, que si fuese por mi escasa afición a los paraguas ya sabes… – y vuelven a reírse sin pensar en las conversaciones pendientes, como antes de que sucediesen todas las cosas innombrables.
- Superwoman a tu lado era un asco, acepto tu propuesta y me voy de fiesta contigo para compensártelo.

Y continúan con sus orejas pegadas al móvil para hacerle más ameno el trayecto a una y la espera a la otra, Lucy la pone al día de los nuevos cotilleos y Paula le presta atención deseando que no llegue el momento de dar explicaciones, que sigan eternamente en ese instante en el que parece no haber fisuras entre ambas.
Cuando la llamada se corta se funden en un abrazo, tan ansiosas que a punto están de caerse al suelo.
Bajo aquel paraguas color plata, ocultando el deseo de tirar todo lo que tienen entre manos y ponerse a pisar charcos como hacían años atrás, olvidando si tienen edad o no para hacerlo, olvidando el sentido del ridículo que a veces tantas alas corta… Se deciden por recorrer con paso rápido cada acera y paso de peatones sin poder evitar mojarse a lo tonto hasta llegar al piso de Lucy y desnudarse sin pudores.

- No me apetece abrir la maleta llena de ropa sucia, ¿me dejas algo mientras no decido que me pongo para salir de fiesta? – pregunta Paula mientras hace volar su camiseta llena de algo que parecen manchas y sólo son gotones de agua.
- Sólo si me cuentas lo que no quieres contarme.
- Lu, no me hagas eso – contesta haciendo una curva hacia abajo con sus labios y poniendo ojos tristones.

Lucy le tiende su camisón de las ocasiones especiales, una mezcla entre picardías y camisón, entre lencería fina y prenda de diario, que por delante pone “¡Bésame…” y por detrás lo remata con un “…y quédate a dormir!”
Paula lo reconoce como una de sus “piezas de guerra” y se extraña de que lo haya sacado del cajón del fondo, parece que estas semanas han sido tranquilas en la vida de su amiga, la asaltan las dudas sobre lo que sabe de su vida amorosa últimamente, sólo recuerda un misterioso chico que no llegó a conocer y las peticiones ignoradas de Dani. Empieza a contarle hechos insignificantes, a describirle rincones florentinos como la mejor guía turística que existe desde Internet hasta el papel, pero llega un momento en el que lo inevitable no puede posponerse más y se lo va narrando con cierto pasotismo, luchando contra un posible temblor en la voz, llegando a ese beso que de repente parece haber sido soñado.

- No me importa el beso de Dani – parece decirlo segura de sí misma pero en realidad no puede evitar sentir esos celos de cuando una cree que algo va a seguir siendo suyo a pesar de renegar de ello – aunque no sé a que está jugando, se me declara a mí y te besa días después a ti. Pero lo que me preocupa es lo que te afecta, mírate, hablas nerviosa como una quinceañera ante su primer beso – y le da una palmada en el hombro a modo de simpática riña.
- No digas tonterías, sabes que yo sólo amo a Raúl… - contesta Paula con gesto ceñudo.
- No te escudes en eso Pau, puedo equivocarme pero te conozco tanto que… - ante el gesto desolado de su amiga decide no insistir – Bueno mira, yo soy como el polígrafo que sólo tiene el noventa y pico de credibilidad así que no me hagas caso.

“Estoy en la puerta con un amigo, ¿puedo pasar?” lee Lucy incrédula tras el pitido de un mensaje en su iPhone.

3 comentarios:

  1. Interesante, voy a ver como continua y te comento mas ;)

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  2. LOL!!!!! dIOSSSSSSS!!!!! menos mal que as subido el siguiente pork sino.. te descuartizo por dejarmelo asi!!! xDDDDDDDDD voy a por el siguiente!! me ha encantado y... me encanta como narras!!!! como si todo fuese normal!!!! no se!!!! puedes decir un disparate que como lo narres asi.... parecerá de lo más normal!!!! xDDD voy a por el siguiente, espero k no lo dejes tan interesante como este!!!!!Muaaaaaks!!!!

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  3. Estupendo, igual de natural que el anterior y con una dinámica escénica justa, que te deja siempre con las ganas de saber más. =)) Un besito.

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