miércoles, 29 de septiembre de 2010

Segundo "Capirulo" (Segunda Parte)

Sin darle tiempo a responder se acerca a un transeúnte que le indica sin mucho interés lo cerca o lejos que se encuentra, parece harto de ser guía gratuito de todos los visitantes perdidos que acoge la ciudad.
Cervecería A Taberna do Bispo, lee Fran. Lo ha llevado a uno de los sitios indudablemente más concurridos desde su apertura en 2002, unos pasos en su interior y su cara al ver aquella barra-expositor de tapas es de verdadera sorpresa.

- Esperaba descubrir algún día la expresión de mi cara que produjo las risas de quienes me trajeron aquí por primera vez, y la acabo de descubrir en ti- dice ella entre risas – debes saber que las tapas son uno de mis vicios, me da igual acompañarlas de un mosto o de una caña, pero no hay Viernes que no salga con mi grupito de tapeo, incluso tenemos una camiseta que pone “¡No sólo de tapas vive la humanidad, pero ayuda!”
- Estás loquísima, me encantas – le contesta embobado.

Tapas, pinchos, cazuelitas, montaditos, las únicas decisiones difíciles son cual comerse primero y cual dejar para otra ocasión, uno roba del plato del otro, tapas a medias, besos de sabores diversos… Mentalmente aquel lugar queda bautizado por ellos como su “rincón de pequeños placeres”.
Lu dice que va al baño y de paso paga la cuenta a escondidas, él se da cuenta demasiado tarde, pone morritos pero no le da importancia, y ella le regala un minipunto sin decírselo.
Caminan por aquellas calles del casco antiguo agarrados de la mano. La mente de ella le juega una mala pasada recordándole la manera en la que paseaba con Pablo por otras calles, nunca agarrada de la mano con ternura sino con el brazo de él alrededor de su cuello, a ratos estorbándole. Por un momento cree que se trataba de una metáfora que indicaba su poder sobre ella, luego piensa que el control en la cama era más cosa de ella… y finalmente decide alejarse de esos recuerdos.
Por su camino ven camareros fuera de los restaurantes y bares intentando captar clientes, lo mismo ocurre en ciertas tiendas saliendo incluso a ofrecer trocitos de tarta de Santiago, Lucy compra una caja de muñecos formados por almendras bañadas en chocolate, frutos secos y chocolate, una mezcla que la conquista aún sin hambre alguna.
Al fin se encuentran en la “Plaza do Obradoiro”, justo enfrente de la fachada principal de la Catedral, ella le pide que la imite y se acuesta en el suelo, y allí acostados con la Catedral de fondo lo besa, segundos, quizá más, han cumplido una tradición que ella no recuerda si inventó ella misma o la vio alguna vez en un reportaje del Camino de Santiago, pero al fin ha sido como ella deseaba, y permanecen unos minutos más agarrados de la mano observando la Catedral desde esa curiosa perspectiva, antes de levantarse cada uno pide un deseo sin contarle nada al otro. ¿Será el mismo?

- Y delante de ustedes la historia que comenzó el 25 de Julio del año 813, cuando el obispo Teodomiro descubrió el sepulcro del Apóstol Santiago en una pequeña aldea que terminó convirtiéndose en lo que hoy es Santiago de Compostela.

La gente comienza a sumarse a aquel amago de explicación, y ella se deja llevar, les explica, se inventa respuestas a algunas de sus curiosidades y les sonríe a todos y cada uno. Fran sonríe a su lado, se da cuenta de que todo lo que le ocurre con ella es especial, le regala sonrisas, lo sorprende, lo desconcierta, lo hace sentir cosas que no sentía desde la última vez que le partieron el corazón.
Ella lo coge de la mano y casi huye pidiendo disculpas a sus atentos clientes, una rápida visita por la catedral, un paseo en el llamativo tren que recorre parte de la ciudad, y finalmente sus cuerpos cansados y felices a un tiempo se entregan al descanso en los sofás del Café Casino. El edificio de un antiguo casino que conserva la decoración de su interior, con un ambiente sombrío en ciertas partes de la estancia que evoca tiempos pasados, y un piano.
Fran se acerca a aquel piano, levanta la tapa y le dedica a Lucy algo de un tal Ludovico Einaudi, ella no lo conoce pero cambia la sensación que le produce, el tener que contenerse para no emocionarse, y sus besos de después del piano con aquel sabor diferente, aquel sabor a la lágrima que se coló en su boca.
Antes de salir de allí Lucy pregunta por otra dirección. Por el camino fotos y más fotos, el casco antiguo de Santiago visto de noche parece un sueño, es como visitar el pasado sin máquina del tiempo.
Hotel San Francisco Monumento, allí es donde ella quiere pasar la noche, en el reformado Convento de San Francisco, hoy por hoy una perfecta combinación de formas antiguas con formas actuales, funcionalidad, diseño, historia, confort, y una atmósfera de tranquilidad, sí parece un anuncio que promete una estancia agradable, pero es real.

- ¿Aquí es donde quieres pasar la noche? Es realmente precioso pero, ¿no somos demasiado pecaminosos como para meternos en un antiguo convento? – bromea Fran.
- Tal vez eso quiere decir que esta noche deseas volver a “pecar” conmigo… - contesta ella con voz sensual, y de repente recuerda algo – ¡Oh Dios, olvidamos hacer tu reserva de avión!
- Mientras reservo la habitación tú me consigues el vuelo ¿sí?… De todos modos no me importaría volver a perderlo por ti – ninguno de los dos se esperaba esa frase que acaba de pasar por el aire.

Ella lo besa, es la mejor respuesta que puede darle a Fran, un beso donde sus lenguas se entrelazan y juguetean, un mordisco suave en el labio inferior de él… Y luego se aleja a llamar a alguien que le solucione la reserva del vuelo para la mañana siguiente. Parece una ironía que le pida a ella que firme su “sentencia de alejamiento”, pero aún deseando sabotear aquello no puede, tiene demasiada conciencia como para jugarle sucio.

Al llegar a la habitación, miradas de asombro, sonrisas, sensaciones de admiración, esas habitaciones transmiten tantas cosas que parece imposible desear deshacer aquella armonía. Pero su deseo supera aquella sensación de calma…

- Me obligan a dejarte pero tengo la oportunidad de agradecerte todo lo que me has regalado en estas cuarenta y ocho horas… - le dice Fran agarrándola de la mano.
- Y yo de seguir haciéndote regalos… - contesta ella sonriente.

La conduce hacia el baño, y en lugar de darle la oportunidad de desnudarse o desnudarla la sorprende cogiendo la regadera de la ducha, comienza a mojarla, ella lucha para mojarlo a él, entre risas acaban empapados, algo que sin duda aumenta todavía más su deseo, las ropas mojadas se quedan en el suelo de aquel baño silencioso y sus cuerpos húmedos se alejan hacia aquella enorme, suave y mullida cama. Ella estira la mano hacia donde dejó su bolso, y saca algo que Fran no le vio comprar, un bote de chocolate líquido y otro de nata, además de un fular que sale por error.

- Un momento, tú ya contabas con tenerme esta noche bajo tus sabanas cariño.
- Oye egocéntrico, ¿no te has parado a pensar que creí que ibas a pedir otra habitación y traía ingredientes para entretenerme haciendo una tarta? – al decir esto ambos estallan en carcajadas.

Entonces ella tira el fular al aire sin importarle si cae al suelo o en el sillón cercano, pero Fran lo coge al vuelo.

- Crea caminos de nata y chocolate, luego yo los seguiré mientras tus brazos quedan atados con el fular… - le susurra al oído al tiempo que le lame la oreja, excitándola y haciéndola aceptar de inmediato.

Y así lo hacen, cuando los brazos de ella están atados suavemente a la cabecera de la cama, él comienza por el camino que le ha marcado con nata desde su boca hasta el fondo de su cuello, empezando con un beso y siguiendo a lametazos, continúa por el segundo camino que sale con chocolate desde allí mismo hasta sus pezones, donde se para con suaves mordiscos y algún pellizco que la vuelven loca, sin duda acaba de descubrir uno de sus puntos débiles, de ahí el camino se renueva con curvas hechas de nata que se acaban perdiendo entre sus piernas, donde la lengua de Fran se pierde también después de besar el interior de sus muslos.
Casi el mismo recorrido le proporciona él, variando un poco de nata que se dirige hacia su nuca y en un inesperado zigzag va a parar otro camino hacia su sobaco derecho, camino que Lu sigue con un dedo que entre risas le da para que chupe antes de atarlo con el fular y perderse entre nata y chocolate por su cálido cuerpo.
Una vez desatado se reencuentran en el centro de la cama, besándose sin tregua, manoseándose sin descanso, y así encuentran una nueva postura, aquella en que de rodillas sobre la cama pueden regalarse abrazos y besos, y mirarse directamente a los ojos mientras comienzan a ser sólo uno con la ayuda de pequeños movimientos íntimos y excitantes.
Aunque no tenga nada que ver con estar en un antiguo convento después de varios giros llegan a la postura del misionero, Fran se sonríe pensando en la poca religiosidad de esa postura a pesar del nombre, y ella colabora al ritmo sin pensar en nada más que en el momento que tiene entre manos. Esta vez el final se le antoja un poquito más normal debido al cansancio, pero igualmente placentero, se separan sudorosos y cómplices, y se acomodan de aquella forma que ambos conocen de la noche anterior con el brazo de él abrazando su vientre, con su pecho pegado a la espalda de ella, y con sus respiraciones normalizándose entre susurros.

(…)

Al igual que la noche anterior ella se despierta antes, busca en su bolso una de aquellas agendas en las que siempre apunta cosas que luego le encanta tachar, arranca una hoja y con su bic azul escribe en letras mayúsculas algo, que deja donde hasta hace sólo un rato descansaba su cabeza.
Cuando Fran abre los ojos la busca entre sus sábanas, tiene por un instante esa sensación de soledad y abandono, pero en su fuero interno sabe que ella estará cerca. Se mueve hacia su lado de la cama para aspirar su perfume y algo cruje bajo su pelo.

“Fuiste mi mejor vicodina que diría el doctor House,
mi mejor morfina que dirían los doctores de verdad,
por eso quiero que antes de irte sepas…
Que te echaré de menos…
(Suene cursi o como suene tenía que decírtelo)
Firmado: Tu tarta de chocolate y nata.”

Al rato ella sale del baño y se vuelve a meter entre las sábanas, él está vuelto hacia el lado contrario y la nota ha desaparecido.

- Vaya pues sí que era aburrida mi nota, se ha quedado dormido enseguida… - sin querer piensa en alto.

Entonces él se da la vuelta sin darle tiempo a reaccionar, y la besa, no un beso corto de “buenos días”, sino uno intenso de “quiero quedarme contigo”.

- No estaba dormido sino pensando en que también yo te echaré de menos, y en que me encanta cuando en teoría eres cursi – le dice mirándola a los ojos.

Se vuelven a besar, ella se pone sobre él… Y el timbrazo del teléfono la desconcentra…
Son los del servicio de habitaciones a quienes encargaron despertarlos para el desayuno y para que Fran llegase a tiempo a coger el avión. Él propone una ducha para rebajar el calor que le ha provocado el roce de sus cuerpos, y en el baño ella lo informa de que gracias a su genialidad su ropa está mojada en el suelo de aquel baño y no tiene nada que ponerse.

2 comentarios:

  1. Sabes que te digo¿? k eres mala!! como lo dejas asi¿? sube el siguiente y.. kreo k aki me kedé!!! es tan romantiko, original y maravilloso... m estan dando ganas de acerlo mismo, lo malo esk no se con kien pork no siento las ganas de acerlo con alguien en especial!!! un besito mi niñaa!! teQQQQ

    ResponderEliminar
  2. alaaaaaaaaaaaa!! dios kateee me encanta como escribes ufff es genial tan romantico tan bonito... aiiisss que preciosidad de noche aiiisss sigue asi ehh y no me lo dejes asii me encanto!!! =)

    ResponderEliminar