jueves, 23 de septiembre de 2010

Primer Capítulo (Segunda Parte)

Lucy no llama a nadie para desahogarse. Coge una hoja en blanco… Y escribe en aquel silencio sólo roto por sus sollozos…

“Tengo muchas preguntas para ese hombre que no supo ser tal.
¿Por qué me prometiste el universo entero si lo más cerca de tocar el cielo que querías que estuviese era retorciéndome de placer en tu cama?
¿Por qué me prometiste felicidad si sólo podías ofrecer un “chupachups”?
¿Por qué no sabes querer más que de una forma?
¿Por qué además de todo eso me tienes que hacer sentir estúpida?
¿Cuándo serás lo suficientemente hombre para avisar de que buscas una follamiga, sin rodeos?
No preguntaré más…
Me dueles… Quisiera castigarte enamorándote primero y dejándote con un polvo sin sentimientos más tarde…
No puedo evitar odiarte, vete y no vuelvas jamás…”

3 PM. (Lucy) No puedo… No puedo levantarme del sofá para ir a trabajar… Mis ojos hinchados… Mi corazón dolorido… No puedo…Marco el número de la empresa, virus de estómago… Toda la tarde para mí… Autodestruirme hoy y resurgir mañana…

7 PM. El timbre. Ella ha dormido 4 horas seguidas sobre aquel sofá en el que lo hicieron una noche, fue su manera de celebrar una victoria del Barsa, la euforia culé, los “te quieros”… Lo cierto es que sólo le decía que la quería cuando había goles de por medio, fuesen del Barsa o de la Selección Española… Otro hecho a tener en cuenta… No era amor, era emoción futbolística, era su forma de decir “gracias por celebrarlo conmigo, cada gol un polvo porfa”. ¿Era eso verdad? Dios, como dolía…

- ¿Tú? ¿Quién te ha abierto el portal? ¿Qué haces aquí? – su voz sonaba apagada, sin fuerzas.
- A no ser que me digas que tienes ahí dentro a tu madre o a tu suegra haciéndote sopitas para curar ese virus yo me quedo aquí contigo – sigue sonriente, siempre sonriente, empuja la puerta en un descuido y se cuela dentro.
- Fran… de verdad… - apenas entonces se da cuenta de que se quedó en culot negro y camiseta de tirantes por el calor - me voy a vestir, te concedo hacerme una sopa y sales por esta puerta sin rechistar…

Tarde… Ya está cacharreando en la cocina, sonriente, ajeno a sus palabras… ¿Es que no le importa que le pase el supuesto virus?
Cuando ella regresa con unos shorts y unas bailarinas ya no lo encuentra con su típica sonrisa, no sabría definir la expresión de su rostro.

- Veo que ya te has aburrido de hacer de cocinitas, venga aparta que termino yo la sopa y así te puedes ir antes – une las energías que le quedan para echarlo.
- No, lo que ocurre es que he descubierto tu virus… - se levanta y coge la hoja que ella escribió hace horas.
- ¿Propiedad privada significa algo para ti? Los hombres sois un virus sí, ¿vas a chivarte a los jefes, vas a despedirme? Haz lo que quieras… - se muerde el labio para no llorar, pero las lágrimas son caprichosas y una se escapa por su mejilla izquierda.

La abraza, fuerte, cariñoso pero fuerte, y le susurra al oído “no sé que puedo hacer para que te sientas mejor… sólo sé que quiero que te sientas mejor… soy un estúpido… hablo de más… pero no soy un cabrón que viene a seducirte Lucy… confía en mí”.

“La confianza es un lazo que te aporta sentirte seguro con otra persona.” Eso decía siempre mi madre, que hoy por hoy no confía más que en sí misma.
“Confía en mí y todo saldrá bien.” Esto me lo dijo una amiga que después de todo me traicionó, desde ese día no he vuelto a creer en esta frase.
“Tu confías en mí, y yo confío en ti, la confianza simplifica las relaciones sociales.” Esto me lo expuso Pablo cuando estábamos juntos, y él de simplificar sabía un rato, a las pruebas me remito.

A pesar de todo, aún teniendo en cuenta que confiar en la persona equivocada te puede conllevar una cierta “ruina personal”, hay veces que la necesidad de compartir o sacar lo que llevas dentro, o la sensación que esa persona te transmite rompen esa barrera… ¿Supervivencia quizá?

Palabras. Hechos de los que se acaba de dar cuenta. Le cuenta todo. No sabe si hace bien o mal, pero ya no le importa. Cree que una de sus vidas se termina esa noche y otra empezará mañana, parece creerlo sin límites a pesar de saber que es sólo un deseo. Sino no habría confiado en él, ella no regala su confianza, y menos a un conocido de hace unas horas. Pero hoy todo es diferente.

9.30 PM. Están en la calle porque ella ha insistido en salir de aquellas cuatro paredes, se paran a cenar en un bar de cerca del parque de Rosalía de Castro, “Xugo 2”, sencillito pero acogedor, él la convence para que pruebe un pescado que cree que tiene que gustarle a todo el mundo, filete de melva, ella accede sin problemas porque no tiene apetito… Y así pasan casi dos horas, en las que él vuelve a hablar demasiado y ella a darle caña verbalmente.

11.20 PM
- A cincuenta metros de aquí está mi piso, tengo que subir a por el móvil, te invito a tomar el postre allí porque tengo un magnífico surtido de pastelitos – sonríe, nunca deja de sonreírle, y ve su expresión – vale Lucy ya estás desconfiando de mí, invitación a postre igual a tío que se quiere acostar contigo ¿no?
- Oye tú, no me creeré que eres diferente a todos por mucho que insistas y mucho menos hoy, pero quiero comer pastelitos, así que vámonos para allá y deja de defender tu honor de hombre bueno – también ella sonríe, sin ganas quizá pero sonrisa al fin.
Ya en el ascensor, subiendo hacia el quinto piso… La mente de Lucy empieza a sentir un cambio, una necesidad, una sensación nueva, quizá maliciosa y pícara… Por supuesto él está hablando, es increíble el hecho de que siempre tenga cosas que contar, a lo mejor mañana se pasa todo el día callado porque ya lo ha dicho todo hoy, piensa ella.
Lo ha besado, ha sido fugaz, casi no se lo cree, pero ha sido un beso en los labios.
- ¡Es que no te callas! – le dice ella sonriente – además soy yo la que quiere hacerte una proposición indecente, que conste que la acabo de pensar al entrar en el ascensor, te lo aclaro para que no creas que llevo pensando en desnudarte desde que entraste por mi puerta esta mañana – acompaña el comentario de una risita nerviosa - Es una propuesta de esas que los hombres no sois capaces de formular con claridad, quiero que seas mi amante por esta noche, sin sentimientos, sólo con cariño, sin promesas, sólo el momento, y sin compromisos de permanencia, sólo esta vez. ¿Qué contestas?
- Yo… Si te digo que no lo deseo te estaría mintiendo… Pero… ¿Estás segura? – se nota la sorpresa en sus gestos, la inseguridad en sus palabras…
- Nunca he estado tan segura ni he sido tan clara con nadie, pero puedes rechazarme con toda tranquilidad, no haré un drama de ello créeme, de hecho subiré igual a por los pastelitos – parece que ahora tampoco ella quiere dejar de sonreírle.
Fran continúa serio, de repente le hace empezar a pensar que le va a decir que no y la va a repudiar como una cualquiera, como a una chica vulgar, su seguridad va a empezar a quebrarse de un momento a otro…

(Fran) Delante de mí, el sueño de cualquier heterosexual. Una mujer que me ofrece sexo sin compromisos. Y aquí me tenéis por primera vez desde que la conozco serio, más serio casi que cuando descubrí sus palabras doloridas, ¿dónde se ha visto un hombre inseguro ante esta proposición no teniendo pareja, no traicionando a nadie? Vaya, tengo miedo de enamorarme, ironías de la vida, un hombre temiendo ser usado, seguro que ellas creen que carecemos de estos temores. La vuelve a mirar y se decide, no voy a cerrarme puertas, me atrae, me gusta. Vuelve a sonreír.
Se acerca rápidamente a ella, como temiendo que sea un sueño y se escape, la besa, le hace sentir otra vez esa mezcla de cariño y fuerza, pasión sí, esa es la palabra. Las manos de él se deslizan por su espalda… La puerta del ascensor abierta, ellos ajenos a posibles miradas, se cierra la puerta del ascensor y vuelven a bajar suavemente. Se dan cuenta más tarde, cuando buscando la luz a tientas se encuentran en la planta baja.

- No pretenderás que lo hagamos en el portal como chiquillos ¿no? Me gusta el morbo pero… - se ríe, desea a Fran, quiere que esa noche sea eterna.

Lo agarra de la mano y pulsa el botón, las puertas del ascensor se abren, lo atrae hacia ella, pasa su lengua por detrás de su oreja, baja por su cuello, suaves mordiscos, ha dado con su punto débil, incluso consigue que se le escape un tímido y casi imperceptible gemido. Tira de él para salir, desea demasiado estar con él como para perder más tiempo, le coge las llaves del bolsillo de atrás, todo ello sin dejar de besarlo, sin separarse de él, se siente tan a gusto entre sus brazos… Tanto que sólo lo deja irse a buscar la bandeja de mini-pasteles, momento que él aprovecha para añadir un bote de macedonia.
En unos segundos la coge en brazos con efusividad para dejarla luego suavemente sobre aquella increíble cama de matrimonio, se desnudan el uno al otro, y Fran se para a observarla completamente desnuda.

- Eres preciosa, más de lo que había pedido en mis mejores sueños, te lo juro.

Caricias, besos, más caricias, un paseo dedicado al sur de sus cuerpos, un gel sabor cereza que aparece en algún cajón cercano… Los pasteles crean caminos, guían a cada uno a donde quiere el otro que llegue, sin palabras, a sabrosos bocados y algún lametazo furtivo. Instantes después ella toma el control, su parte preferida, se coloca sobre él y comienza un movimiento rítmico, abre más las piernas, se inclina, quiere sentirlo totalmente… Cuando se cansa, levanta un poco la pelvis, y Fran obedece entendiendo el deseo y correspondiéndolo con sus movimientos.
Y así entre susurros y deseo, sienten la necesidad de cambiar, de sentirse desde otra postura, se sienta él en el borde la cama y la coloca encima con dulzura, ella mueve su cuerpo hacia delante y hacia atrás, sintiendo que todo es fácil, que quiere más, Fran la acaricia, tiene la sensación de que es la piel más suave que ha tocado, y al mismo tiempo le va dando trocitos de fruta, que ella come ansiosa.
La besa en la nuca, algo que la hace estremecerse de gusto, la vuelve hacia sí, y la echa sobre la cama.

- Fran…
- No digas nada, sólo siente.

La besa, se coloca sobre ella, y apoya sus manos sobre la almohada para hacer que lo sienta con más fuerza. Coge un trozo de kiwi con los labios y se lo pasa a ella, lo único frío entre sus cuerpos ardientes en ese momento. Ambos ponen todas sus energías en esos instantes, tanto que Lucy comienza a sentir una especie de contracciones que desconocía, se deja llevar, son tres o quizá cinco segundos, éxtasis, placer inexplicable, clímax, la sensación más elevada de toda su vida. En el momento más alto de excitación su rostro no puede sonreír, pero ya lo hace Fran por ella, esa sonrisa con la que pretende y logra transmitirle “juntos, increíble, somos uno, te deseo”.
Finalmente una sensación de tranquilidad y relajación, multiplicada por millones en el caso de Lucy, en una nube, su nube, sin duda el placer físico y emocional más fuerte sentido por el ser humano piensa, el primer orgasmo de Lucy.
Sobran las palabras, se besan, se sonríen, y ella le da la espalda y le pide que la rodee con sus brazos para dormir…

3 comentarios:

  1. Me encanta comentarte por blog, y aunk tu contestes en tuenti.. espero ke konsigas responder por aki, pork es muy raro que no te deje, asik tu no dejes de insistir, vale?
    Bueno, ke decirte... este capitulo tb lo lei y.. me encanto!!! ke decirte que ya no sepas.... pero te lo repito por si te kedas con alguna duda...
    Es magnifico, escribes genial, no se.... kiero el siguiente ya, eso no se duda pero yo lo pido de todas formas!!! un besazo wapa y espero k llegues a lo mas alto!!! espero k si consigo mi sueño de publikar un libro, nos veamos tambien muy a menudo por ese tema!!! bss wapa!!!

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  2. Una vez más, solo puedo decir: Increíble, me encanta! ;) Un besazo!

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  3. uffff q capituloo mas sexual, q destreza describiendoo cada paso, cada sensacionnn, eres geniall nena, me encantaa deseandoo leer el siguientee avisa p el tuenti pliss gracias xDD

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